Como consecuencia de los avances tecnológicos que se han realizado en el ámbito de la ciberseguridad en los últimos años, el factor humano se ha convertido en la principal vulnerabilidad explotada por los ciberdelincuentes según el informe 'The Global Risks Report 2022′ publicado por el World Economic Forum.
Para conseguir el éxito en un ciberataque no es necesario que haya un fallo en la tecnología, sino que, haciendo uso de técnicas de ingeniería social, los ciberdelincuentes tratan de persuadir a las personas para aprovecharse de sus debilidades cognitivas y llevar a cabo ataques como el smishing o el phishing.
“Con la aplicación de la Economía del Comportamiento (‘Behavioral Economics’) en la ciberseguridad se analizaron cuáles son las variables conductuales y personales que hacen que seamos más vulnerables ante un intento de ciberataque.
Algunas de estas variables que pueden influir son:
Esto condiciona por ejemplo que se elija preferentemente una contraseña sencilla de recordar antes que una robusta que nos previene de un posible acceso no deseado a nuestras cuentas, o tener una contraseña diferente para cada servicio frente a la facilidad de repetir la misma sin tener que memorizarlas ni custodiarlas.
Además de estos sesgos cognitivos, la falta de atención por sobreexposición es otro factor que puede influir. Estamos expuestos a numerosos estímulos en el entorno digital, los mensajes de advertencia al entrar en páginas web, las ventanas emergentes o la publicidad masiva provoca que nos acostumbremos a su presencia y que pulsemos el botón ‘Aceptar’ de forma automática sin prestar atención a su contenido.
La hiperconectividad como componente determinante: Estar siempre conectado en todo momento y desde cualquier lugar se ha convertido en una necesidad y algo habitual, restando importancia a la seguridad de las redes a las que se está conectado o la privacidad de los datos que se estén manejando.
Tal y como queda reflejado en algunos estudios, a estos factores cognitivos debemos sumar además otras diferencias individuales como los rasgos de la personalidad y los datos sociodemográficos que pueden influir en ser más propensos a los ciberataques.
Por ejemplo, ser más extrovertido, la necesidad de agradar a otros o tener mayor facilidad para asumir riesgos son algunas características intrínsecas de las personas que pueden influir.
Los ciberdelincuentes conocen y saben aprovechar a la perfección las debilidades cognitivas que hacen que las personas sean más propensas y vulnerables a sus ciberataques. Y aunque existen factores que tienen que ver con el contexto o con características que se escapan a su control, conocerlos puede ayudar a cambiar comportamientos y hábitos que para estar más protegidos y preparados ante la ciberdelincuencia.